top of page

2023, Año de Intimidad Extrema


Hace varios años atrás, atravesaba la peor de mis temporadas, viviendo una doble vida donde frente a los demás pretendía tener el control, pero en lo secreto alimentaba mis mayores miedos y temores, dándole espacio a la duda, al rencor, al desánimo. No era suficiente haber tenido todo en aquel momento, pues apoyaba mi fe en mis capacidades y no en la voluntad del Padre. Me llenaba de orgullo mostrarme así, incompleta, a medias, reciclando una misericordia que su palabra registra que se renueva cada día y recogiendo las migajas que caían de la mesa de otros.

Bendito día, cuando su gracia me alcanzó! Cuando su amor vino a mi encuentro, me recordó mi valor y re definió mi identidad. Bendito el día que decidí soltarlo todo para que su poder volviera a unir cada una de mis piezas… ese día, cuando en lo secreto, me completó.


Para aquellos que tienen pareja, amigos, familiares… que valor tiene para ti el tiempo que inviertes en ellos? Con qué propósito te relacionas con ellos? Que han hecho por ti, para que en ocasiones paralices tu rutina para salir corriendo a extender un consejo o dar una mano ayuda? En mi caso, cuando pienso en mi núcleo cercano de personas, pienso en demostrarles cuánto los amo a través de mi tiempo y mis acciones. Siento que cuando separo el espacio para estar con ellos, a parte de honrar su lealtad y valorar su lugar en mi vida, estoy acumulando para mí misma ciertos tesoros que a la larga tendrán su recompensa.


Así mismo opera Dios con nosotros. No hay nada, absolutamente nada que sea más importante para Él, que su tiempo a solas contigo. Hay una gran diferencia entre pasar tiempo con nuestros amigos o pasar tiempo a solas con uno de ellos. Desde las conversaciones, hasta el trato, nada es igual, todo es diferente. Se crea el espacio para sincerarnos y abrir la puerta de esas áreas donde no queremos que otros entren pero que a la misma vez identificamos ese momento para ser escuchados, para crecer. Son esos momentos que hacen tu vida reiniciar.

Llevamos una vida tan apresurada, basándonos en expectativas falsas, que hemos cambiado de orden nuestras prioridades y hemos abrazado nuestros errores como buenos frutos. Hemos sustituído nuestra intimidad con Dios por un par de buenas canciones, por un buen sermón, un “post” influyente en las redes sociales y hasta por la respuesta de aceptación que recibimos constantemente de los demás. Nada de esto se considera como malo, hasta que fuera del orden o mentalidad correcta, nos corrompe.

Hoy Dios nos llama a INTIMIDAD. A ese lugar donde abiertamente podemos ser confrontados en amor, transformados en su gracia y elevados en su justicia. Nuestro espacio seguro, nuestro lugar de encuentro.


La intimidad jamás involucra sólo a una persona. Desde el tiempo en que Dios caminó con Adán en el Edén hasta hoy, su deseo no ha disminuido ni cambiado. Tan apasionado era ese deseo después de que Adán y Eva pecaron, que trabajó intensamente a través del tiempo para regresar a la humanidad a un lugar de íntima comunión.


Dios reseña en toda su palabra que Él es nuestro castillo fuerte, nuestro refugio, nuestro escondite (por mencionar unos pocos). De alguna manera, pensamos que si intimamos con Dios, perderemos nuestra seguridad. De hecho, ocurre todo lo opuesto. Conocemos a Dios, y Él incorpora todas las áreas de nuestra vida mejorando cada una con su presencia, poder y transformación, sentándonos en un lugar seguro en Él.

No podemos conocer a nadie si no intimamos con esa persona. La intimidad se desarrolla como resultado de un contacto íntimo con alguien por un período de tiempo. Se crea la confianza, crece la seguridad y los corazones comienzan a cambiar.

Recuerda, Dios desea escuchar de cada uno de nuestros pensamientos, sueños y deseos. Podemos verlo en el ejemplo de David cuando en su enojo lo verbalizó. Sabía Dios que David estaba enojado? Por supuesto. Pero Él quería que David se lo dijera. Esto le permitió a David escuchar el corazón de Dios y ventilar su enojo en alguien que entendía, sin dirigirlo hacia otros. El corazón de Dios nunca será que carguemos un yugo que Él desea llevar (Mateo 11:28-29). Él está consciente de cada aspecto de nuestras vidas y aún así nos sigue amando con amor eterno.

Da un paso de fe y desahógate con el amante de tu alma. Disponte a escuchar y Él hablará. Deja que las semillas de tu intimidad con Él crezcan abundantemente y que las barreras de tu autosuficiencia sean destruídas por los deseos de su corazón.


2023, año de INTIMIDAD EXTREMA.


Estamos listos!



44 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page