Sientes que te controla, que no puedes tan siquiera respirar. Ves como el mundo se te cae en pedazos y la salida a tus problemas o a ese dolor tan inmenso que sientes parece no llegar jamás. En ocasiones te sientes encerrado/a en una habitación oscura donde el espacio se vuelve cada vez más pequeño. Te abandonas, permites que tu cuerpo se vaya deteriorando poco a poco y lo peor de todo, es que no te das cuenta, no lo percibes, lentamente vas dirigiéndote hacia una auto destrucción inminente.
Si le añadimos mi experiencia personal a esta ola de caos emocional, le podríamos sumar el abandono de tus seres queridos o al menos de aquellos que dijeron estar a tu lado a pesar de todo, la decadencia económica, la auto compasión, la baja autoestima, la dejadez espiritual y profesional, el conformismo, la mentira, la soledad, el orgullo, la arrogancia y para arrematar la situación, el alejamiento total y absoluto de Dios.
Esto a penas es un preámbulo de lo que te permite vivir esa horrenda condición emocional llamada “Depresión”; si es que se puede usar el término “vivir”. La depresión no toca a la puerta y espera la autorización para entrar. ¡NO! Entra muchas veces sin pedir permiso y con todas las intenciones de llevarte, inclusive, a la muerte. ¡Te paraliza! Y si permitimos que se apodere de nuestro espíritu es muy poco probable que logremos deshacernos de ella. Te hace pensar que Dios se ha olvidado de ti, que no eres digno de su gracia y de su amor. ¡Que eres un caso perdido! ¿Te suena esto familiar?
Hoy, no quiero hablarte a ti, sino a tu espíritu. ¿Sabías que tu espíritu es la parte más profunda de tu ser y fue creado por Dios para contactarlo a Él y recibirle? El espíritu humano es el órgano interno mediante el cual el hombre puede tener contacto con Dios, recibirlo, contenerlo y asimilarlo en todo su ser como su vida y su todo. Es decir, si Dios es tu todo, no puede haber espacio para nada más, incluyendo la depresión. Tu espíritu, al estar alineado al espíritu de Dios, está en contacto con su amor, su paz y su plenitud; con todo lo bueno y con todo lo justo, con sus promesas, con su fidelidad y con su poder.
Un 5 de agosto de 2015 pude entender esto después de 2 largos años de auto destrucción. Inmediatamente tomé el paso de alinear mi espíritu al espíritu de Dios todo en mi vida cambió. ¡Todo! Dejé de escuchar mis frustraciones y mi dolor y me dediqué a prestarle mi oído al plan perfecto que Dios tenía trazado para mí. Descubrí mi propósito en medio del duelo, de la pérdida, de la soledad y de la incertidumbre. ¡No! No fue un acto de magia, fue la gracia de Dios que me levantó de ese lodo tan inmenso donde estaba sumergido mi corazón. A las 7:00 de la noche me paré frente al espejo y con mis ojos prácticamente cerrados de tanto llorar declaré: “Hoy mi espíritu se alinea al tuyo Dios, que se haga tu voluntad”. Fueron semanas y hasta meses caminando con bloques amarrados en mis pies y cadenas en mis manos, pero aun así nunca dejé de caminar hacia mi promesa, hacia mi sanidad. Con cicatrices y mis fuerzas agotadas, ¡Lo logré! ¡Llegué a la meta! ¡Dios me libertó! Se quedaron laceraciones, pero mi espíritu se renovó, mi mente se renovó, mi corazón se renovó. Cristo me había sanado de aquel proceso tan doloroso. Me regaló un entendimiento nuevo y la madurez para no volver a tropezar. Hoy, 4 años más tarde puedo decir que ¡Dios ha sido fiel y que no le ha faltado a su promesa! Ha sido un tiempo de restitución. Soy una mujer completamente renovada por su poder. ¡Ya no me siento como basura, sino como una pieza fundamental en su reino y en la sociedad! Valió la pena, una simple decisión me cambió la vida.
¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo vas a permitir que tus emociones controlen tu vida? ¿Acaso existe algo imposible para Dios? ¡Detente! Haz un alto. Es hora de tomar decisiones y que comiences a tener un diálogo con tu espíritu. Tu sanidad es posible. Por más que duela, camina. Por más confundido que estés, camina. Por más solo que te sientas, camina. Tu trabajo no es entender los procesos naturales de la vida, tu trabajo es creer, simplemente creer que Dios traerá un nuevo tiempo para ti. Confía y acciona. Delega el control que hasta el momento ha sido incontrolable en tus manos. Reconoce que necesitas algo más, algo sobrenatural. ¡Necesitas ser libre! ¡Tu espíritu necesita ser libre! Nada ni nadie vale más que tu restauración. La prueba pasa, las relaciones pasan, las decepciones pasan, la intranquilidad pasa, aún los afanes de la vida pasan, pero su fidelidad permanece para siempre. Él pelea cada una de tus batallas y hasta el momento no ha perdido ni una sola vez. ¡Tú decides! ¿Libertad
o destrucción? Escoge a Cristo y tendrás la respuesta en tus manos. No querrás volver atrás.
Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy. Joel 3:10
Bendiciones! Esta publicación, me cayó del cielo, porque mi mamá ahorita está pasando por una depresión. Ahorita se la acabo de enviar. 💫